jueves, 23 de febrero de 2017

Clamando -una vez más- por el ferrocarril convencional

Ayer, 23 de febrero, se llevaron a cabo dos manifestaciones, una en Valencia y otra en Cuenca denunciando el estado de la línea férrea convencional Madrid-Cuenca-Valencia y reivindicando su valor social para las comarcas que recorre. 

Desde hace varios años, y más aún desde que se inauguró la línea de alta velocidad Madrid-Valencia, los rumores sobre su cierre total, o al menos de algunos de sus tramos, aparece periódicamente coincidiendo -supongo- con la evaluación anual de RENFE/ADIF sobre la situación y rendimiento de las líneas secundarias. Una línea por la que llegaron a circular trenes Talgo, TER y expresos y que luego quedó reducida a servicios regionales con horarios poco adecuados y con tiempos de recorrido casi decimonónicos, debidos al deficiente estado de la vía en muchas zonas. Es algo de lo que doy fe por varias experiencias directas y me pregunto como los sufridos "camellos 592" o "supermanes" siguen aguantando tales zarandeos.

La línea a su paso por Santa Cruz de la Zarza (foto: Ángel Rivera)

Si dividimos la línea en tres tramos, creo que el primero de ellos, entre Aranjuez y Cuenca, no debería estar muy en entredicho porque, aunque los horarios y tiempos no son los mejores, tiene un número de usuarios aceptable y, en general, las estaciones no están muy alejadas de los pueblos por donde discurre. En cualquier caso, ya ha habido diversas manifestaciones en la zona, porque la preocupación está presente.

Un "superMAN" en la estación de Cuenca. El tren habitual de esta línea (foto: Ángel Rivera)

El segundo tramo entre Cuenca y Camporrobles es el más problemático. Inaugurado en 1947, en una época en que se consideraba prioritario la implantación de los llamados ferrocarriles "directos", consta de unos espectaculares viaductos tales como el "Torres Quevedo" y unas estaciones con un atractivo estilo arquitectónico. 

Este es el estilo arquitectónico de las estaciones entre Cuenca y Utiel (foto: Ángel Rivera)

El torreón de la estación de Enguídanos (foto: Ángel Rivera)

El viaducto "Torres Quevedo" en un marco natural realmente atractivo (foto: Ángel Rivera)

Es verdad que se trata de una zona no muy poblada y que algunas estaciones se encuentran a bastante distancia de la población correspondiente. Y es verdad también que el gran número de curvas no permite desarrollar grandes velocidades. Sin embargo, la riqueza natural, paisajística, histórica y de arqueología industrial de la zona podría dar mucho de sí de cara a actividades turísticas, culturales y formativas. Para ello, un servicio de ferrocarril sencillo y adecuado sería de importancia fundamental. Y por no hablar del importante servicio social a las poblaciones de la zona, sobre todo en el tiempo invernal de fríos y nieves con problemas para circular por las carreteras. Es verdad que habría que actuar bastante sobre la infraestructura (nada comparado con otras obras ferroviarias faraónicas) y llevar a cabo un mantenimiento adecuado. Pero ¿sería tan difícil un acuerdo entre RENFE, ADIF, la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha y la Diputación de Cuenca para lograr algo así?

El tercer tramo entre Camporrobles y Valencia tiene una problemática distinta. Desde hace tiempo existe una reivindicación de que el servicio de cercanías Valencia-Utiel llegue hasta Camporrobles, así como que se mejore en general ese servicio de cercanías procediendo incluso a su electrificación. Es esta una continuada petición de los municipios de las comarcas de Requena-Utiel y de la Hoya de Buñol, que ven aumentar el riesgo de despoblamiento y que estiman que una mejora sustancial en el servicio ferroviario detendría o al menos paliaría el problema. Es verdad que túneles y viaductos requerirían inversión y mantenimiento, pero el servicio social prestado sería muy importante. 

Estación de Utiel (foto: Fernando Rodriguez)

Por otra parte, quién sabe si actuando seriamente sobre la línea podría llegar también a resultar atractiva para trenes mercantes de RENFE o de otras compañías que podrían unir, por ejemplo, el puerto de Valencia con el puerto seco de Coslada. 

Las reivindicaciones de estas zonas no son un capricho ni un canto a la nostalgia. Es la voz de la protesta y el dolor ante el abandono de las zonas rurales y de la vertebración sostenible del país en contraste con las inversiones masivas, en muchos casos creo que desproporcionadas, en grandes líneas de alta velocidad. Es la misma voz de las comarcas madrileñas y burgalesas que claman por la reapertura y modernización del directo Madrid-Burgos. Es la misma voz de leoneses, palentinos, asturianos y cántabros al ver el declive acelerado de sus líneas de vía estrecha. Y es la misma voz, ya quebrada y antigua, pero todavía viva de los "rutaplatenses" o de los salmantinos, que siguen clamando por su ruta tan costosa de construir y ya tan desaprovechada hacia La Fregeneda y Barca dÁlva. 

Cuando uno decide escribir sobre este tema tiene que vencer un gran desánimo porque sabe que esta visión y reivindicación no forma parte del pensamiento ni de las prioridades los tiempos actuales, plenos de rendimientos económicos,"cortoplacismos" y de velocidades a mi juicio innecesarias. Que es un clamar en el desierto. Y que volverá el silencio, o las soluciones drásticas, porque es una cuestión que, desgraciadamente, no parece preocupar a los políticos actuales, ni de un signo político ni, tampoco mucho, de otro. Pero, aunque sea así, hay que seguir hablando y clamando porque "el desierto" tiene que acabar despertando ante la justicia y la solidaridad. O quizás ante la necesidad.