viernes, 17 de abril de 2015

Mercado de motores, de nuevo.

Tras unos meses en que se había dejado de celebrar el Mercado de Motores en las naves y exterior de la sede de Delicias del Museo Nacional Ferroviario por un problema de licencias, este fin de semana vuelve allí de nuevo.

Con frecuencia he expresado mi opinión contraria a la celebración de estos acontecimientos en el Museo. Entiendo que un museo debe ser algo vivo, dinámico, que sus piezas deben ser continuamente puestas en valor, que debe intentar atraer a personas en principio no interesadas, que tiene que estar abierto a actividades relacionadas en mayor o menor medida con sus fines. Sin embargo, creo también que todo ello debe ser llevado a cabo en un ambiente de respeto moral y físico a las colecciones y piezas expuestas y dando por supuesto que las actividades que se realicen tengan una conexión mayor o menor con el objetivo o finalidad de ese museo.

Mercado de Motores en Delicias (Foto: Treneando)

Desde mi punto de vista la celebración del Mercado de Motores en Delicias no cumple este requisito, salvo si se quiere, de forma muy lejana por lo de "Motores", que se relaciona por su anterior ubicación en las antiguas naves de motores del Metro de Madrid. El Mercado supone una invasión de los andenes de Delicias por múltiples tenderetes de ropa, baratijas,  objetos decorativos, algunas antiguedades o diversos coleccionismos que tienen como fondo e incluso a veces como expositores desvalorados, antiguas y valiosísimas locomotoras históricas. Para mí, en eso no hay ningún respeto, sino una degradación de la imagen de estas piezas. ¿Puede una persona -y no digamos un niño- ajeno al mundo del ferrocarril contemplar con respeto a la 1615 Marilyn o a la majestuosa Montaña (degradándose cada día más) sirviendo como escaparate a ropa vintage o a artículos de uso rutinario o común?

El Mercado en pleno apogeo (Foto: autor desconocido)
La veterana 140-2044 como improvisado expositor (Foto: Ángel Rivera)
La mítica "Montaña" de la Compañía del Norte, como expositor vintage (Foto: Ángel Rivera)
Y también la 1615, la primera locomotora diesel de línea que llegó a España (Foto: Ángel Rivera)

Además, en la zona exterior, se instalan diversos puestos de comida y bebida que llenan, como mínimo de olores de todo tipo y de algarabía lo que debería ser un espacio de respeto y tranquilidad. Honradamente, no creo que sea la forma de valorar el Museo ni de honrar el recuerdo y la memoria de los antiguos ingenieros, maquinistas, fogoneros o ferroviarios de todo tipo que dieron su esfuerzo y vida profesional por y con estos vehículos. Ni creo que sea en absoluto la forma de crear en las jóvenes generaciones un gusto y un respeto por nuestro ferrocarril.

¿Que diríamos si en cualquier otro de nuestros Museos se organizaran eventos de este tipo sin ninguna relación con su objeto y finalidad? Incluso, no llego a imaginarme que en la otra sede del Museo, en Cataluña, se organizara algo así...y eso que tienen una amplia rotonda al aire libre.

Como me consta la vocación ferroviaria de los responsables de Delicias y su interés por la conservación del patrimonio, la única explicación que se me ocurre es la gran necesidad de obtener recursos económicos de una forma u otra para el mantenimiento del Museo. Si ello es así, y supongo que lo es, todavía me produce más pena y preocupación esta situación. Mostraría el tremendo desconocimiento y despreocupación de los Ministerios de Cultura y de Fomento hacia nuestro patrimonio ferroviario. Quiero seguir pensando que Alberto García Alvarez, como nuevo presidente de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles y gran amante del ferrocarril, estará haciendo todo lo que esté en su mano para que se reconsidere esta situación a nivel estatal, al tiempo que recabará la ayuda necesaria de los patronos de la Fundación y de las grandes empresas españolas de infraestructuras ferroviarias y de material móvil.

Pero me temo que, una vez más, la esperanza quede sólo en eso, esperanza.


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