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MI AMIGO EL GANZ
En 1935 la Compañía del Norte encargó seis automotores térmicos de bogies a la factoría Ganz de Budapest. Fueron recibidos en 1937 y matriculados como WMD 201 a 206. Más tarde, RENFE los englobó en la serie 9200 con los números 9209 a 9214. En vez de un perfil “aerodinámico” como podía ser el de las littorinas o los Renault ABJs, los Ganz tenían una apariencia elegante y apacible, una imagen que a mí me resultaba atractiva y acogedora.
Trabajaron fundamentalmente por Levante y Murcia y creo que, al menos durante bastantes años, algunos tenían su base en Águilas. Cubrieron algunos servicios tan míticos como el Granada-Murcia, o incluso Valencia-Barcelona. Hicieron servicios entre Madrid y Valencia, Valencia y Cuenca y, probablemente, entre Cuenca y Tarancón. A mediados de los sesenta se ocuparon de un efímero servicio Cuenca-Toledo y tengo también la sensación de que alguna vez sustituyeron a los automotores "zaragoza" en la línea de Villacañas-Santa Cruz de la Zarza, pero no podría asegurarlo.
Tuve la suerte de viajar en los Ganz. Mis desplazamientos en ellos tuvieron lugar a mediados de los sesenta cuando durante un tiempo cubrieron ese servicio directo Cuenca-Toledo al que antes me refería; un servicio que yo utilicé durante uno o dos cursos los domingos por la tarde para volver a Toledo desde Santa Cruz tras el fin de semana. Creo que el automotor salía de Cuenca sobre las siete de la tarde, hacía en Santa Cruz el cruce con el semidirecto Madrid-Cuenca y llegaba a Toledo poco después de las diez y media de la noche. En sentido contrario arrancaba de Toledo sobre las seis y diez de la mañana para llegar a Cuenca poco antes de las diez. Un curioso servicio que a mí me encantaba, pero que no creo que fuera de mucha utilidad pública porque duró poco. Luego se intentó, también de forma muy efímera, con un TER, e incluso -hace muy pocos años- hasta con una composición AVE que cubría la relación Toledo-Madrid-Cuenca-Albacete y, que si cabe, fue aún más efímera ya que respondía a intereses más políticos que comerciales.
A aquellas alturas de su vida, ya con 30 años, los Ganz andaban un poco achacosos. Recuerdo algunas incidencias tales como las dificultades surgidas una noche entre Aranjuez y Toledo para embragar las velocidades, ya que tenían transmisión mecánica. Y también, no sé si esa misma noche u otra, cuando por alguna rotura nos entraba a los viajeros humo del escape por los conductos de la calefacción.
Pero quizás, el recuerdo más íntimo y entrañable que tengo con un Ganz fue cuando viajé en la madrugada de un domingo desde Toledo a Santa Cruz. Me levanté sobre las cuatro y media porque a las seis menos cuarto salía de Zocodover un autobús para la estación y desde casa de mi familia hasta allí tenía que caminar durante unos veinte minutos. La primera gran impresión fue llegar a Zocodover y ver que no había absolutamente nadie. Toda la famosa plaza era para mí solo hasta que a los cinco o diez minutos apareció el autobús “Pérez Díaz” para la estación. Cuando llegué vi que el Ganz ya estaba en marcha y con las luces encendidas. Tras sacar el billete en aquella hermosa estación que tan bien conocía, subí al automotor que estaba completamente vacío. Pensé que, como aún quedaban diez minutos hasta la salida, todavía llegaría algún viajero. No fue así, el Ganz arrancó siendo yo el único pasajero. No puedo describir la sensación que sentí al tener al automotor solo para mí, una experiencia que duró unos cuarenta o cuarenta y cinco minutos hasta que en Aranjuez subieron algunos viajeros más. Desde aquella madrugada sentí siempre una cercanía especial con estos automotores.
Varios años después, a finales de los setenta, me volví a encontrar con un miembro de la familia: el Ganz 9212, en la estación de Príncipe Pío, junto con otro material destinado al entonces futuro Museo del Ferrocarril. Al menos aparentemente, se encontraba en buen estado tal como demuestran las fotos que tuve ocasión de tomarle. Me alegré de que, al menos uno de ellos, fuera preservado.
Uno de mis amigos Ganz, el 9209, todavía en estado muy presentable, en Príncipe Pío.
Pero mi alegría fue decayendo. En unas jornadas de puertas abiertas, quizás a finales de los noventa, pude ver al 9212 en el cobertizo exterior del Museo de Delicias esperando su restauración junto con una littorina y algunos otros vehículos; su estado era todavía aceptable. Sin embargo, en sucesivas visitas al exterior de ese cobertizo, fui siendo testigo de su degradación progresiva: pintadas, roturas de cristales y hasta signos de un posible incendio en su interior. Todo ello me hizo pensar que su recuperación podría ser ya labor imposible
Pasan los años y el pobre Ganz ya se cae a trozos. La "Bonita" y el Renault ABJ que estaban junto a él han tuvieron más suerte y se fueron a Mora la Nova para ser recuperados poco a poco. Pero nuestro automotor, junto con otras cinco o seis piezas valiosísimas, siguen ahí a merced de todo tipo de inclemencias si bien que tapados con toldos. Quiero pensar que con la profunda renovación que se pretende hacer en el Museo de Delicias, la littorina y el Ganz encontrarán su sitio, serán restaurados, al menos estéticamente, y podrán seguir luciendo aquellos estilos de los años treinta y cuarenta tan distintos pero tan sugerentes. Y de este modo podré seguir visitando a mi amigo el Ganz.
NOTA: Ahora ya en 2024, catorce años después de esta imagen, creo que el Ganz es ya absolutamente irrecuperable.
Una mayor información sobre esta serie puede encontrarse en esta entrada de mi blog "Trenes y tiempos"