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SUBIENDO A LA SIERRA
Una tarde de marzo de 1976 subí a Cercedilla ya que había oído que estaban llegando algunas unidades nuevas para el llamado, desde su creación en el año 1923, "Ferrocarril eléctrico del Guadarrama". Un tren que discurre entre la estación de Cercedilla y los puertos de Navacerrada y Cotos y que hasta la integración de FEVE en RENFE había tenido la singularidad de ser el único de ancho métrico de la Red Nacional.
La verdad es que cuando hice este viaje no conocía nada sobre el material motor y móvil que circulaba por esta línea. Al llegar a Cercedilla vi bastantes vehículos de color rojo con una apariencia muy nueva y fotografié todo lo que se me puso por delante, tanto en la propia Cercedilla como en la estación de Navacerrada, con la intención de estudiarlo posteriormente.
Ello ocurrió bastantes años después, cuando con la ayuda de esa magnífica biblia ferroviaria que es el libro "Automotores españoles" de Javier Aranguren, y sobre todo, con esa otra gran obra suya titulada "El ferrocarril eléctrico de Guadarrama", pude identificar detalladamente todo lo que había fotografiado.
Me di cuenta entonces de que mi visita de aquella tarde había llegado en un momento clave. Por una parte, las antiguas unidades eléctricas suizas de la antigua serie WM 101 a 103, renumeradas después en Renfe como 431-501 a 503, acababan de ser restauradas entre 1973 y 1975 y allí estaban luciendo una hermosa librea roja.
Entre ambas series, a mediados de los años sesenta, hubo un amago de utilizar algunos automotores eléctricos, los denominados en el argot ferroviario como “los navales”, que no habían llegado ni a estrenarse en el nonato Ferrocarril de La Loma. Sin embargo el proyecto se abandonó rápidamente a raíz de los serios problemas que surgieron con las dos primeras unidades enviadas a la línea y que incluso llegaron a poner en peligro a algunas personalidades que la visitaban. Resultaba evidente que no eran en absoluto adecuadas a una línea de grandes pendientes y sujeta además a condiciones meteorológicas adversas durante buena parte del año. Por ello fueron rápidamente retiradas y solo quedó temporalmente alguna de ellas para hacer servicios entre la estación de Navacerrada y la de Cotos.
En esas circunstancias, fueron las míticas y resistentes “suizas” las que siguieron manteniendo los servicios. Fue una suerte poder conocerlas y efectuar mi viaje en ellas porque la reforma que sufrieron no prolongó mucho sus vidas. Fueron dadas definitivamente de baja en 1982, cuando la nueva serie 442 estuvo completamente operativa.
En cualquier caso, aquella tarde yo no tenía tantos datos y lo que quería era disfrutar de ellas y del recorrido. Antes de subirme las examiné un rato por fuera. No me disgustaba la librea roja con las puertas azules, pero no era de ningún modo tan elegante como aquella tan atractiva en azul y blanco que lucieron durante tantos años.
A continuación, cuando subí, me llamó la atención lo espartanas que eran. Decoradas en color crema, con los asientos tapizados en skay azul y con varias barras unidas al techo para las personas que viajaran de pie, no había en ellas la menor concesión al adorno o al lujo.
Pude disfrutar a placer de todo el vehículo porque solo viajaba en él otra persona que se apeó en Navacerrada. Nos pusimos en marcha y me sorprendió el pequeño radio de las curvas que daba lugar a un agudo chirrido de las pestañas de las ruedas. La unidad ascendía con buen ánimo pasando por los apeaderos de la colonia de Camorritos y de Siete Picos, atravesando un paisaje cada vez más atractivo y sugerente en el que cada vez aparecían mas manchones de nieve. En la estación del puerto de Navacerrada estaban aparcadas la máquina quitanieves y una dresina de mantenimiento. No montó ningún viajero más y tras el pitido reglamentario del jefe de estación con su gorra y banderín rojo el tren emprendió el camino a Cotos llevándome a mí solo como viajero. En seguida entramos en un túnel que pasa bastantes metros por debajo del puerto de carretera y a la salida discurríamos por una ladera orientada al norte, ya en plenos pinares de Valsaín, en medio de un magnífico paisaje.
Llegados a Cotos y dado que el tren que volvía a Cercedilla en unos minutos era el mismo en que yo venía, y que, además, era el último del día, le hice saber al maquinista mi intención de regresar con él. Cotos estaba ya con mucha nieve y solo di un corto paseo por el andén hasta que emprendimos el regreso en el que no hubo ninguna novedad.
Cuando escribo estas líneas RENFE ya ha adjudicado la construcción de unos nuevos trenes de montaña para esta línea que sustituirán a las ahora ya veteranas 442. Quizás sea el momento de hacer un último viaje en ellas cuando los vehículos de la nueva serie empiecen a estacionarse en las vías de Cercedilla del mismo modo que comenzaron a hacer ellas en aquel marzo de 1976 para desplazar a aquellas irrecuperables y admirables “suizas”.
NOTA (febrero 2025): Los nuevos trenes están ya a la espera (creo que en La Sagra) a que finalice el reacondicionamiento de la línea. Por otra parte parece que se está llevando a cabo el desguace de algunas unidades de la serie 442
Nunca conocí esa linea ni su material salvo en las imágenes y textos,imagino esos viajes y su recorrido debían de ser algo muy especial,todo ese entorno y esa exigente orografía...Coincido plenamente en el encanto y el atractivo de aquellas tan longevas primeras unidades,tras su transformación,aún resultaban bien atractivas,así como las también formidables 442,esperemos las nuevas unidades den un buen rendimiento!...
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