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DESPEDIDA EN CIUDAD REAL
El 15 de mayo de 1975 se clausuró el depósito de tracción vapor de Ciudad Real, el último gran reducto de las “Mikado”. Aún con el avance imparable de las máquinas diésel, sus locomotoras fueron titulares del ómnibus Ciudad Real-Badajoz hasta esa fecha aunque según Josep Miquel hubo todavía algunas operaciones de traslado de locomotoras hasta el 23 de mayo.
Me enteré de la noticia unos meses más tarde y en cuanto mis posibilidades me lo permitieron fui por allí para ver si todavía quedaba algo para fotografiar tras la decepción que me supuso la visita a Algodor. Así, el 15 de febrero del año siguiente tomé en Atocha a las ocho y cuarto el Ter Madrid-Ciudad Real-Badajoz y sobre las diez llegué a Ciudad Real esperando encontrar ya muy pocas locomotoras.
Pero mi sorpresa fue mayúscula. Aunque el ambiente general era de soledad y decrepitud, encontré “Mikados” por todas partes aunque en muy diferentes estados de conservación. Algunas de ellas mostraban un aparente orden de marcha aunque se veía que llevaban tiempo apagadas; a otras les faltaban ya algunas piezas o las placas de identificación, varias estaban sin ténder y otras estaban casi en pleno proceso de desguace, aunque el verdadero desguace de la mayoría de ellas tuvo lugar algún tiempo después en León. Por todos sitios predominaba el color amarillo de la herrumbre y los restos de fuel-oil empapaban el suelo. De vez en cuando, irónicamente, se oía el inconfundible sonido de algunas AlCo “2100” que ya se habían hecho cargo de todos los servicios.
Como no quería perder detalle de todo aquello antes de su fin definitivo, fui apuntando por detrás de mi billete –que todavía conservo- los números y ubicaciones de todas las “Mikados” que veía. Según mis notas de aquel día allí estaban al menos las 2115, 2201, 2205, 2206, 2216, 2229, 2239, 2248, 2278, 2281, 2299, 2316, 2374 y 2410; es decir una máquina de la primera subserie, varias de la segunda y alguna de la tercera.
Estuve bastante tiempo solo deambulando entre ellas pero sin atreverme a subir a ninguna de las cabinas. En un momento dado apareció por allí una persona muy sencilla y amable. Era un maquinista con residencia en Mérida y que, supongo que por motivos de trabajo, estaba ese día en Ciudad Real. Creo que había pasado o acababa de hacerlo a la tracción diésel. Me contó a su alegría por poder tener ahora un trabajo mucho más llevadero, pero a ello se unía la nostalgia por el recuerdo de la convivencia diaria junto a esos animales vivos que eran las locomotoras de vapor. José Pintado, que ese era su nombre, había manejado varias de las "Mikado" que allí estaban. Tuvo mucho gusto en enseñármelas despacio e incluso me subió a la cabina de una de ellas donde pude hacer varias fotos. Quiso que le fotografiara en la cabina de la 2248, una de las que se encontraba en mejor estado, y me dio su dirección para enviársela a Mérida. Así lo hice, me lo agradeció y ya no volví a saber nada más de él. Nada menos que 43 años después de aquel encuentro, y gracias a aquella foto y a las redes sociales, pude entrar en contacto con su hija, y contarla dónde y cuándo había obtenido la foto de su padre –ella pensaba que había sido en el depósito de Atocha- e intercambiar algunos recuerdos. Fue una gran alegría para mí poder revivir aquel encuentro y darme cuenta la importancia que pueden tener algunos de ellos aunque puedan aparecer a primera vista como casuales o superficiales. En esa magnífica persona y maquinista que fue José Pintado, quedan representadas para mi tantas parejas, tantos ingenieros, tantos mecánicos, tantos encendedores que fueron realmente el alma y la vida que latía tras nuestras queridas vaporosas.
José Pintado en la cabina de la “Mikado” 2248. Un encuentro de un día y un amigo para siempre.
Volví a Madrid lleno de nostalgia. De niño y adolescente me había sentido fuerte y orgulloso junto al vapor y al humo de las “Mikado” en aquella estación de Santa Cruz. Consideraba como amigos a aquellos maquinistas y fogoneros que veía acodados en el lateral de sus cabinas. Aunque todavía habría algunos encuentros fugaces con motivo de trenes especiales, en el fondo ellas ya no estaban; eran tiempos de caminar solo. Con mi propio vapor y mi propio humo.
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Más sobre las "Mikado":
Mikados por todas partes (I): https://trenesytiempos.blogspot.com/2024/06/la-traccion-vapor-en-renfe-clxix.html
Mikados por todas partes (II):
https://trenesytiempos.blogspot.com/2024/06/la-traccion-vapor-en-renfe-clxx-mikados.html
Mikados por todas partes (y III):
renesytiempos.blogspot.com/2024/06/las-tracciones-termica-y-electrica-en.html
Tal y como transmites en el texto y en las imágenes,se puede apreciar e imaginar de buena manera aquel ambiente de nostalgia y soledad de aquellas instalaciones,esos restos de fuel-oil en vías y aledaños,quizá como pequeño destello de optimismo el buen estado de conservación que presentaban algunas de aquellas "Mikado" y el buen número de máquinas aún presentes,y es que aún eran jóvenes en cierta medida,pero,el avance se imponía...Y la gran sorpresa gracias a la amabilidad del Sr.Pintado,uno de aquellos veteranos ferroviarios que amaban realmente todo lo relacionado con su labor.Me alegra enormemente aún conserves el billete con las anotaciones de las máquinas,personalmente,hubiera hecho lo mismo,y este sincero y merecido homenaje al propio Sr.Pintado y todos quienes fueron como muy bien mencionas,el alma y la vida de aquellas queridas vaporosas,afortunadamente algo quedaba y queda aún latente en
ResponderEliminarcada circulación especial...