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SORPRESA EN ALCÁZAR DE SAN JUAN
Debió ser en el otoño de 1979, el mismo año de la “peregrinación” a Ponferrada, cuando decidí irme un día a la estación y depósito de Alcázar de San Juan. Era la época en que por allí todavía pasaba gran parte del material móvil de RENFE y se mantenía una continua actividad de tráfico.
Llegué en coche e inmediatamente fui a saludar al jefe de estación y a pedirle permiso para deambular por allí y hacer algunas fotos. No hubo ningún problema salvo las recomendaciones de rigor en el cruce de vías ni entrar en zonas con prohibición expresa. En principio opté por encaminarme hacia el depósito, a una zona que debía estar dedicada específicamente a la tracción diésel y donde quedaba la placa de los tiempos de vapor.
A lo lejos ya veía la silueta inconfundible de un par de “1900 españolas” y de una “1900 americana”, pero cuál no sería mi sorpresa cuando, al acercarme más, aparecieron ante mis ojos unos pequeños y curiosos vehículos con la librea plata y verde típica de los automotores, algunos de ellos unidos por su zona trasera, otro separado…En fin, si el lector conoce a los “talguillos” –y si no, los va a conocer de inmediato- puede imaginarse el impacto que me causaron al no tener yo ni idea de su existencia.
…Sin conocerlos, encontrarlos así de pronto… (Ángel Rivera)
La historia de los “talguillos” comenzó en 1937, cuando en plena Guerra Civil las tropas de Franco detuvieron en las costas gallegas un barco que trasladaba hacia la zona republicana doce chasis de autobuses dotados seis de ellos de motores Chevrolet de unos 22 CV y los otros seis con motor Ford de idéntica potencia, y que quedaron confiscados. Sin que se conozcan bien los detalles, parece ser que la Compañía del Oeste, a través de su ingeniero jefe Enrique Lois, los adquirió para convertirlos en unos deseados automotores. De ello se encargaron en los propios talleres de la compañía, si bien la empresa Hermanos González ubicada en el municipio pontevedrés de Porriño, construyó las carrocerías. Prestaron un humilde pero importante servicio durante la posguerra y fueron popularmente conocidos como "rácanos" en Castilla y "cochinillas" en Andalucía.
A finales de los cincuenta, estos pequeños vehículos habían dado de sí todo lo que podían y RENFE tenía que plantearse la baja o su reforma integral. Esta última fue la opción elegida y en 1960 fue encargada a los talleres Miró Reig de Alcoy. Además de actuar sobre la carrocería y el interiorismo e instalarles un nuevo motor diésel Barreiros de 85 CV, la gran modificación fue unirlos dos a dos por la parte posterior, eliminando los testeros traseros e instalando entre ambos un fuelle de intercomunicación. De esta forma se obtenían vehículos de una mayor capacidad (46 plazas sentadas y seis practicables), más confortables, bidireccionales e incluso con la posibilidad de utilizar los dos motores a la vez en caso necesario ya que estaban dotados de inversores de marcha.
Se obtuvieron así seis “unidades automotoras” que RENFE matrículó como 9002/9008 a 9007/9009. Como era de esperar, los ferroviarios, y quizás también el público que los utilizaba, los bautizó. En una época en la que las grandes "estrellas" ferroviarias eran los Talgo y TAF, era de esperar que a estas unidades se las empezaran a llamar tafs o talguillos, siendo esta denominación la que arraigó más. También se utilizó la de los blanca doble, dicen que por referencia a esa ficha del juego del dominó.
Durante los años sesenta trabajaron fundamentalmente por líneas secundarias de Salamanca, Valladolid o Segovia. Muy a finales de esa década algunos quedaron todavía por Valladolid, y otros, probablemente tres, pasaron al depósito de Alcázar donde quizás prestaron servicio en las líneas de Cinco Casas a Tomelloso o Villacañas a Quintanar. Si fue así, debieron ser servicios muy efímeros ya que los de viajeros en esas líneas se clausuraron en 1970 por lo que es posible que muy pronto quedaran retirados.
En esa situación estaban cuando los encontré, aunque ya bastante degradados. Algunas traseras y algunos motores estaban al aire e incluso a uno de ellos le había crecido unas grandes plantas dentro y parecía un invernadero.
Ni que decir tiene que empecé a tirar fotos como un poseso, pero como ya iba aprendiendo, también tomé apuntes de matrículas y me hice un croquis de las ubicaciones y estados. Gracias a ello ahora puedo contar que allí estaban los 9007-9009, 9006-9012 y 9002-9008. Éste último estaba separado, y no estoy seguro de que su pareja, el 9008, se encontrara en esta ubicación.
Fue un verdadero descubrimiento para mí; les tomé cariño desde aquel momento y tardé en irme de allí. Pensé volver alguna vez a visitarlos antes de que desaparecieran, pero antes de hacerlo, llegó otra sorpresa cuando me enteré que el 9004/9010, probablemente uno de los que habían quedado en Valladolid, estaba preservado junto con otro material en la estación madrileña de Príncipe Pío. Allí me fui rápidamente... pero eso da para el siguiente capítulo.
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Más sobre los "talguillos":
https://trenesytiempos.blogspot.com/2017/12/las-tracciones-termica-y-electrica-en_27.html
https://trenesytiempos.blogspot.com/2018/05/las-tracciones-termica-y-electrica-en_23.html
No era para menos esa gran sorpresa al descubrir aquel bastante nutrido grupo de "Talguillos"!.Dentro de su tan humilde apariencia fué una idea ingeniosa el unirlos a pares,lógicamente aumentando su escasa potencia inicial.Individualmente también mostraban un aspecto delicioso y entrañable,personalmente me recuerdan a un híbrido entre furgoneta (en su frontal),y un microbús...Imagino su viaje a bordo sería una experiencia impagable sobretodo si se realizara como aficionado,o,mismamente verlos circular,de todas maneras,aunque ya fueran apartados no dejaban de despertar la mayor curiosidad y sorpresa,como muy bien relatas!...
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