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DISFRUTANDO EN LÉRIDA CON LA ARMF
Desde hace ya bastantes años, la mayor parte de las veces que se habla de la reparación o rehabilitación de alguna locomotora más o menos “histórica”, se hace referencia a que el trabajo ha sido llevado a cabo por la “Asociación para la Recuperación de Material Ferroviario” (ARMF). Su buen hacer y su política de comunicación ha llevado a esta empresa a ser muy valorada en el mundillo ferroviario español tanto de profesionales como de aficionados.
Cuando me enteré de que anualmente organizaban una jornada anual de puertas abiertas, decidí ir en la primera ocasión que tuviera. Ésta se presentó en el año 2014 cuando el Museo del Ferrocarril de Vilanova puso en marcha una campaña de “crowfunding” para la puesta a punto de la locomotora “Mataró” y ofrecían a los participantes la entrada a un mercado ferroviario en Lérida coincidiendo con la jornada de puertas abiertas de la ARMF así como un sustancioso descuento en el billete de ida y vuelta en AVE.
Fue una visita interesantísima y muy placentera en la que disfruté mucho, tanto que la repetí algún año después. En aquellas visitas pude contemplar a la “Mataró” en plena reparación, la “cuco” MZA 602 en plena forma yendo y viniendo alegremente por las vías exteriores, la “Mil del Oeste” 240-2215 así como la Garrat 462F-0401 y la Garrafeta 282F-0421.
La 240-2215, “Mil del Oeste”, en la playa de vías de la ARMF en el Pla de Vilanoveta en Lérida
En tracción diésel estaba por allí el TER 9710 también en perfecto funcionamiento y dispuesto para realizar el hasta ahora fallido proyecto del “Translozoya” y las 308 “yeyé” 10820 y 10838. Y como representante de la tracción eléctrica la mítica “1003 del Estado”. Junto a esta magnífica muestra de material cabe destacar la magnífica atención que los responsables y trabajadores de la empresa nos atendieron a todos los participantes en la Jornada.
Las 10820 y 10838 (Ángel Rivera)
Ya había oído hablar del turístico “Tren dels Llacs” entre Lérida y La Pobla de Segur organizado y gestionado por la ARMF, y en una de las visitas pude ver los coches de viajeros que se utilizaban, así como la “garrafeta” que lo traccionó en bastantes ocasiones, si bien últimamente lo hacían las citadas “yeyés”. Mi interés ferroviario por ese recorrido se unía al geográfico ya que atraviesa la sierra del Montsec y discurre por los lagos formados por el represamiento del río Ribera Pallaresa. Y una vez más decidí que, en cuanto me fue posible, subiría a ese tren.
La ocasión llegó poco tiempo después. Como mi interés residía sobre todo en el paisaje y en el tren en sí mismo, planifiqué el viaje de modo que la ida la haría en el tren turístico y la vuelta en un “camello” que salía diez minutos después de llegar aquel. Ya en la estación de Lérida hablé con el maquinista –uno de los responsables de ARMF al que ya había conocido en una anterior visita- y me aseguró el enlace sin ningún problema.
El tren se componía de cinco o seis coches tipo 5000 y estaba traccionado por dos de las “yeyés”. Salió a su hora de Lérida-Pirineus y me extrañó los pocos viajeros que iban. De hecho en mi coche yo iba prácticamente solo y disfruté lo que no está escrito entrando y saliendo de departamentos, abriendo y cerrando ventanillas y sacando casi medio cuerpo por ellas para revivir la imagen que tanto recordaba de niñez de ver toda la composición negociando las curvas.
Balaguer está a unos 20 km de Lérida y es la ciudad donde el tren pararía para tomar más viajeros pero, un poco antes de llegar, el tren se detuvo por problemas en una de las yeyés. Al poco tiempo reemprendió la marcha aunque creo que traccionando ya solo una de ellas y una vez en Balaguer se maniobró para segregar la locomotora que al parecer había quedado inútil. Hecha la operación, los viajeros de Balaguer subieron y cuál no fue mi sorpresa cuando el tren se llenó por completo de padres, niños, abuelas y abuelos en plan de excursión campestre. Aquello era un no parar de jolgorio: niños entrando y saliendo de los departamentos y corriendo por el pasillo, ventanas unas abiertas y otras cerradas o con las cortinillas echadas… En medio de ese fragor, yo buscaba oportunidades para ver el paisaje por uno u otro lado al tiempo que entrábamos y salíamos de túneles.
Por otra parte mi preocupación crecía ya que habíamos salido de Balaguer con un cierto retraso y me temía que con la tracción de solo una de las yeyés, el tren se retrasara y tuviera que hacer el cruce con el “camello” en alguna estación anterior a La Pobla. Hubo suerte, llegó con solo cinco minutos de retraso y me quedaban otros cinco para subir al “camello”; lo pude hacer sin ningún problema y aún tuve tiempo de despedirme del maquinista y agradecerle que el tren hubiera llegado a su hora.
Ni que decir tiene que el viaje de vuelta en el “camello”, con muy pocos viajeros, y en un ambiente desde luego mucho más aburrido pero más tranquilo, fue bastante más productivo desde el punto de vista paisajístico si bien, como alguna vez ya he comentado, el dichoso tintado de las ventanillas no me permitió sacar buenas fotografías.
En cualquier caso, una vez más, quedé satisfecho, muy satisfecho, del excelente trabajo de la ARMF leridana desde todos los puntos de vista. Esperemos ahora que su profunda involucración en la recuperación del mítico ferrocarril de Ponferrada a Villablino y de la implantación en el mismo de un tren turístico con material histórico, sea de nuevo todo un éxito.
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