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DE MADRID A TOLEDO EN UNA “SUIZA”
Al igual que ocurrió en la línea de Madrid a Valencia por Cuenca, también el vapor fue desapareciendo de los servicios entre Madrid y Toledo. Los trenes traccionados por las Linke-Hoffman 230 del itinerario a Madrid-Delicias por Villaseca fueron dejando paso a los ferrobuses. También desapareció el mítico semidirecto de Madrid-Atocha denominado “El turista” al que ya me he referido anteriormente. Su clasicismo y cierta elegancia fue sustituida por la funcionalidad y eficacia de las unidades “suizas” una vez inaugurado en septiembre de 1965 el tramo electrificado entre Castillejo y Toledo.
Las unidades “seiscientas”, conocidas también como “las suizas”, respondían a la necesidad de RENFE en dotarse de material móvil para explotar las electrificaciones a 3000 V que inició en los años cincuenta. En concreto tuvieron su origen en 1956 cuando RENFE firmó un contrato con cuatro empresas suizas (Schindler, Fabrique Suisse de Wagons et d´Ascenseurs, Brown Boveri y Sécheron) para la construcción de las quince primeras unidades. El resto de la serie debería ser construida por GESTESA, un grupo temporal de empresas constituido por las suizas antes citadas y las españolas MTM, MACOSA y Aguirena como empresas principales y MMC, Babcock&Wilcox, Euskalduna y SECN como colaboradoras. Llama la atención esta gran concentración de constructores debida tanto al elevado número de vehículos a construir, la urgencia de su disponibilidad y las posibilidades de las empresas españolas en aquellos últimos años cincuenta.
Una "suiza" o "seiscientas" en la estación de Oviedo (Ángel Rivera)Las primeras “suizas” comenzaron a aparecer en nuestras vías en 1958. Aunque no eran las primeras unidades eléctricas de RENFE, sí constituían su primera gran serie. En ese año llegaron las diez primeras construidas íntegramente en Suiza y ya, en 1960, empezaron a recibirse las de construcción nacional. No fue hasta 1972 cuando finalizó la construcción de los últimos vehículos ligados a estas unidades. A este respecto cabe comentar que a medida que se ampliaba o modificaba el pedido inicial también participaron en su construcción otras empresas como CAF, MMC, Babcock&Wilcox y la SECN.
Mis primeros recuerdos de ellas, data de principios de los años setenta cuando ya llevaban cuatro o cinco años prestando servicio entre Madrid-Atocha y Toledo. En aquella época yo estaba estudiando en Madrid y acostumbraba a ir los fines de semana a Toledo a casa de mis padres. A veces hacía el viaje en autobús o en el coche de algún compañero, pero cuando los horarios me venían bien –mejoraron mucho en frecuencia y tiempo de recorrido- me iba a Atocha para ir en ellas.
Para mí, como para tantas personas, fue un cambio tremendo pasar de la locomotora de vapor y los coches de madera o metalizados a estas unidades. Recuerdo de ellas los ruidos de sus contactores cuando se ponían en marcha, sus asientos de skay verde, sus buenas butacas de la segunda clase o la suavidad de su rodadura, si bien en eso luego fueron claramente superadas por las “440”. Pero recuerdo sobre todo su ventana frontal libre del remolque con cabina que te permitía ir sentado cómodamente gozando de la misma visión que el maquinista, del que solo te separaba el muy estrecho pasillo y la puerta de la cabina de conducción.
El placer máximo era cuando por avería o simplemente para que corriera el aire en la cabina si hacía mucho calor, la citada puerta permanecía abierta. Entonces no sabías donde mirar: si hacia el frente para ver el panorama vía adelante o a la derecha para ver la conducción del maquinista manejando el volante negro dando puntos de tracción o frenado.
En concreto recuerdo una calurosa tarde de verano saliendo de Toledo hacia Madrid con esa puerta abierta, entrando el aire caliente a placer por la ventanilla y llevando la puerta abierta hasta Aranjuez. No me molestaba ni el viento ni el calor; ¡creo que, incluso, no era consciente de nada de ello!
Una unidad “seiscientas” en su configuración "ochocientas" en la estación de Atocha ya con la ventanilla delantera cegada (Ángel Rivera)
Naturalmente no era fácil conseguir esa ubicación porque era bastante disputada. Por otra parte, supongo que no era agradable para el maquinista ir con la puerta cerrada, sobre todo en esos tiempos calurosos, o dejarla abierta y convertirse en espectáculo de aficionados, curiosos o turistas despistados. Fuera por una u otra razón, algún año después esas ventanillas las cegaron y acabó así una interesantísima atracción para los viajeros de las “suizas”.
A lo largo de los años setenta fueron siendo sustituidas por las nuevas unidades “440”. En el servicio entre Madrid y Toledo el cambio debió ocurrir a finales de esa década. Muy a principios de los ochenta las “440” todavía convivían en la estación de Toledo con los viejos ferrobuses. Muy pronto éstos serían también sustituidos por los flamantes “camellos” de la serie 593. A algunas “suizas” les quedaron todavía unos pocos años de vida bajo el formato “435”. Las volví a encontrar años después en mis viajes a Gijón con la –para mí- horrorosa librea en amarillo y azul, pero ya no era lo mismo.
No tardaron mucho en desaparecer completamente. Eran unas excelentes unidades. Pero el progreso era el progreso.
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Mas información sobre "las suizas" en esta entrada de mi blog "Trenes y tiempos"
Primero: felicidades por el Blog.
ResponderEliminarSegundo, si se me permite, dos puntualizaciones:
1) En los coches motores, la ventanilla auxiliar frontal desapareció al tener que resituarse todos los aparatos que en su momento estaban instalados en la cabina auxiliar del otro extremo del coche, demás de situar en esa ubicación el extrarrápido.
Esto fue una reforma que se hizo en las primeras unidades, saliendo las últimas así de fábrica.
2) La última foto no es de una 435 es una 436 pintada ya con los colores Nueva Imagen.
Un saludo!
Muchas gracias por sus acertadas observaciones. Corrijo el pie de foto y añado su información sobre la cancelación de las ventanillas delanteras a la entrada correspondiente sobre las suizas en la entrada correspondientes de "Trenes y tiempos". Un saludo cordial.
EliminarQué recuerdos!,aquellas maravillosas unidades,fueron las primeras en las que viajé,aún con la librea verde-plata,y posterior amarilla-azul (permíteme discrepar,de la manera más amistosa,por supuesto,personalmente no encontraba tan "horrorosa"esa librea!,quizá es porque las conocí tantos años así,pero,para gustos,claro esta!),y hasta su curiosa transformación final en la serie 435.En Santander había 436 y 438,hacían las cercanías hasta Mataporquera y Reinosa y los Interturbanos hasta Valladolid o Medina del Campo...En un viaje desde Palencia,pude disfrutar de tu misma experiencia,Ángel,en el remolque-cabina concretamente,inolvidable la bajada desde Reinosa a Barcena,y todo el trayecto,desde luego!.Coincido plenamente en el peculiar sonido de sus contactores,su muy aceptable interiorismo por aquel entonces,recuerdo como si fuera ayer ese aroma a skai en su interior,sobre todo en invierno,o ese olor a tabaco en aquellos pequeños ceniceros metálicos con aquella tapita junto a las ventanas,(aún se permitía fumar en interiores),y su potente calefacción y acompasados movimientos en marcha...Siempre hay un recuerdo que permaneció en mi memoria,si me permites comentar,en una ocasión,saliendo de Santander con destino Valladolid,debió ser un descuido por parte del guardagujas,-aún en aquel enclave se accionaban de forma manual-la unidad tomó la vía paralela al depósito de Cajo,en vez de la 160 hacia Palencia,y no salí de mi asombro al percatarme de ello,nadie en el tren parecía notarlo,total,que la unidad dió un pequeño frenazo acompañado de unos "aspavientos"por parte del maquinista asomado a la ventanilla intercambiados por los del apurado guardagujas,retrocedió la "Suiza"unos metros hacia atrás,para ya,tomar la vía correcta hacia su destino,es algo que nunca he olvidado de mi niñez...Por lo demás,quién no guarda en lo más hondo de su corazón aquellas maravillosas y nobles unidades...
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